Mouras Campeón

La historia olvidada de Roberto José Mouras con Dodge

1984

El año empezó mal, y de cierta forma, los problemas institucionales darían la pauta de lo que iría a pasar también en las pistas. De hecho, ambos fueron normalizándose, de manera simultánea.

Todavía no se acallaban los ruidos del Gran Premio de 1983 y el ambiente se sacudía con la protesta de Juan María Traverso y Oscar Aventín en cuanto medio quisiera recibirlos, relativa al manejo que Octavio Justo Suárez hacía de la categoría. Aventín presenta además una carta en la que relata ambiguamente cómo se dieron los hechos ocurridos entre las carreras de Mendoza y Necochea, y solicita que se vuelva al reglamento de la primera parte de 1983, el de las bridas de 26 mm, lo cual era al mismo tiempo considerado por la dirigencia de la categoría, y finalmente adoptado para la temporada 1984.

En la reunión del 4 de Enero de 1984, el conflicto llega a su máxima tensión cuando Oscar Aventín, y Octavio Suárez se toman a golpes de puño en el edificio de la ACTC…

Respecto a Roberto, se conocía la siguiente información:
Durante el receso de fin de año, y luego de interrogar nuevamente a los diferentes testigos de los accidentes entre Roberto Mouras, y Oscar Castellano sin obtener ninguna respuesta satisfactoria respecto a la responsabilidad de alguno de ellos en los diferentes hechos a juzgar, la ACTC decidió el día 7 de Febrero a través de su comunicado 3/84, poner a ambos pilotos “bajo observación” por el término de “180 días corridos desde el inicio de la temporada 1984” (es decir, desde el 5 de marzo hasta el 31 de agosto aproximadamente). La medida agregaba que, en caso de no observar alguno de ellos buena conducta, o “cuando no se pueda comprobar fehacientemente el grado de culpabilidad de alguno de los causantes, se le aplicarán 4 fechas de suspensión, sin derecho a apelación”.

Algunas novedades respecto a los pilotos y sus autos.
En lo estético, el auto campeón de Roberto José Mouras estaba igual que en el Gran Premio. Azul oscuro en la parte inferior, azul celeste en la parte media, el techo azul oscuro en los costados y azul celeste en el medio, con las cintas blanca y azul surcando todo el auto de atrás hacia delante y juntándose en la trompa.
En las semanas previas a la carrera, la cupé Dodge recibió los últimos retoques de pintura en el taller de Wilke y Pederzoli en San Martín. Estos también llevaron adelante pruebas en el dinamómetro que determinaron que la potencia del auto se ubicaría en torno a los 255 HP a 7000 RPM. Se hizo un repaso general

En la foto podemos observar a Wilke, Pederzoli (haciendo el gesto triunfal del Presidente) y a José Luis Riga, trabajando el en motor del Dodge.

El otro candidato de la marca, Oscar Castellano, se tomó un verano sabático. Desapareció del ambiente desde el momento de su abandono en La Pampa para dedicarse a las tareas propias de su establecimiento agropecuario. Diría luego en Necochea, que “quería tener la cabeza fría y repensar muchas cosas”. Pero no dejó de trabajar tampoco allí sobre su automóvil de competición. Iría a Necochea con una tapa nueva. Trascendía también, cierto resentimiento del piloto con algunos periodistas de la Capital Federal, a raíz del trato que le dieron a sus entreveros con Roberto Mouras.
Finalmente, en las semanas anteriores a la prueba, se lo pudo observar a Castellano, probando por caminos aledaños a su Lobería natal, el motor con la brida de 26mm. Algunos testigos aseguraron entonces haberle cronometrado menos de 54 segundos para los 3000 metros, un tiempazo si se considera que, en 1983, un registro de 53,9 segundos era un tiempo ganador (1). Pronto demostraría, ya andando el torneo, que era candidato de fierro a obtener el título. Además, en Necochea correría a pocos kilómetros de su residencia, siendo casi local.
También su auto estaba igual que el año anterior, con el color naranja fuerte característico.

La carta de triunfo de Ford era sin lugar a dudas, el Gaucho Jorge Martínez Boero. Subcampeón luego de un torneo en el que a pesar de no ganar fue muy regular, tendría casi exclusividad de fierros de José Miguel Herceg, y comenzaría la temporada utilizando el mismo impulsor que en el Gran Premio (resulta raro ver que fuera así tratándose de una carrera de largo aliento y otra en un trazado de rectas muy cortas) al que se le desarrollaron a nuevo, tapa de cilindro, cigüeñal y otros elementos. Además, acompañado por una importante firma comercializadora de tractores, el auto cambiaría su coloración del blanco con trompa azul, al rojo con cintas grises.

Por el lado de Chevrolet, Angel Banfi estuvo realizando pruebas de frenaje y aceleración en zonas aledañas a la ciudad de Salto. Allí simuló también una chicana para transitarla en varias ocasiones. El de Pergamino pensaba que “luego de transitarlas en primera velocidad, son necesarios otros tres mil metros para alcanzar la velocidad final”. Su auto seguirá siendo color rojo intenso, sin cambios respecto al año anterior.

En tanto que Emilio Satriano tampoco descansó y junto a su hermano y el ingeniero Pedro Campo trabajaron en la reforma de los tensores de la suspensión trasera y la resistencia de los elásticos. Probó en un autódromo, verificando que las mejoras de tenida del Chevrolet eran importantes. A Necochea irían con block y tapa de cilindros nuevos. En los ensayos con un motor viejo, encontraron que este ya estaba cerca de los valores de aceleración de antes de mediados de 1983 (cuando se modificó el reglamento). Su auto se encontraba ligeramente por debajo del mínimo establecido para el nuevo torneo, pero no tendría problemas en alcanzarlo. El de Chivilcoy mantiene los principales auspicios de los años anteriores, pero se cambia el diseño del auto, predominando el verde sobre el blanco, en el que a mi juicio, fue el más bonito de sus autos de carrera.

Regresaba el “Yeti” Ángel Di Nezio que había comprado el Falcon que fuera de Antonio Aventín, y en el que contaría con la preparación de José Miguel Herceg. Debido a su historial en TN como piloto oficial de Fiat, no le fue necesario dar la prueba de suficiencia para debutar en un autódromo. Resultaría un acierto de la ACTC.
Su auto llevaría el número 125, siendo de color rojo.

Gustavo Degliantoni, que tenía el otro Falcon de los Aventín, armó un Torino, con mecánica de Dancha en el taller de Carlos Pedernera, pensando en utilizarlo en las primeras fechas, aprovechando que los automóviles de la marca, no utilizarían brida limitadora. Pronto pasaría a correr un Dodge. El diseño de ese Torino era similar al del Dodge con el cual volvió a la marca Oscar Aventín: Blanco, con cintas rojas, azules y negras, en los costados.

Juan De Benedictis conseguía convencer a Jorge Pederzoli para que le brindara fierros al Dodge de la Autopeña Quequén Necochea que conduciría. Como de costumbre, su auto era verde metalizado.

Los Hermanos Aventín habían vendido sus Ford y retornaban a las huestes de Dodge. Oscar volvía al diseño de tres colores en diagonal que los hicieran famosos, aquel mismo de los autos de Tato Ferrea en los setenta: Trompa amarilla, centro negro cola roja. En tanto que Traverso decidía no continuar en la categoría, a la que faltará por 10 años. Sólo lo volveremos a ver como protagonista en uno de los capítulos finales de esta historia.

Otro que se bajaba era el vicepresidente de la categoría, Juan José Pellegrini, que le vendía su automóvil al volante casarense José Luis Paolucci. Ya no volvería a competir.

También hubo rumores, como la posibilidad de que MA Etchegaray se sumara a la categoría. Es que sobre el piloto de Mercedes pesaba una suspensión de un año de parte de la CDA del ACA, pero esta no afectaba a la ACTC, el volante estaba considerando seriamente el ofrecimiento que le hiciera el equipo Supertap para conducir la Chevy que históricamente venía corriendo el chivilcoyense Juancho Ayerza Garré.

Otro rumor también previo al arranque de la temporada, indicaba que Luis Di Palma se encontraría preparando en Arrecifes una cupé Dodge. Se leerán algunas líneas más al respecto más adelante, pero el retorno del “loco” al TC con Dodge no iría a concretarse hasta unos años más tarde.

El Calendario
A finales de 1983, y de modo tentativo, el calendario para 1984 quedaba constituido por 16 fechas, distribuidas de la siguiente manera:
18 de Marzo Necochea
1º de Abril 25 de Mayo
15 de Abril Lobería (en Tandil)
6 de Mayo ACTC (en el Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires)
20 de Mayo Bahía Blanca (o un autódromo)
10 de Junio La Banda o Paraná
1º de Julio San Lorenzo
22 de Julio 9 de Julio
12 de Agosto Balcarce
2 de Septiembre Tres Arroyos (en Coronel Pringles)
23 de Septiembre Monte o San Nicolás
7 de Octubre Olavarría
21 de Octubre Junín
4 de Noviembre Tandil
18 de Noviembre La Plata
30 de Noviembre y Gran Premio o
1º y 2 de Diciembre Necochea y Olavarría

Finalmente, este esquema original tendría pocos cambios: Las fechas 4 y 5 trocarían el orden. La fecha de La Banda sería la del 2 de Septiembre, y en Junio se correría en Olavarría (luego de una suspensión por lluvia) en tanto que no habría carrera en Monte y se haría en Tandil.

En lo deportivo, otra novedad era que se cambiaba el tipo de cronograma. A partir de 1984 se harían tres series, repechaje cuando correspondiera, y la final.

Aspectos Reglamentarios:
Luego de los luctuosos accidentes ocurridos en Santiago del Estero y el Gran Premio durante la temporada 1983, la ACTC tras varias reuniones de sus integrantes decidió implementar “chicanas” (en realidad y como bien señalaba TC la Revista, angosturas y desvíos de calzada) en los circuitos más extensos del calendario, es decir 25 de Mayo, Olavarría, La Plata, Coronel Pringles, Tandil y San Miguel del Monte. Las mismas podrían ser móviles o fijas, y serían colocadas por los organizadores de competencias, de acuerdo a las necesidades de cada escenario,

Adicionalmente se definió para los automóviles Torino la posibilidad de optar entre las siguientes opciones:
a) Entubar el conducto de admisión y el múltiple.
b) Colocar un carburador 40/40 sobre el múltiple de admisión, sin brida (esta medida se autorizó por dos carreras)
Cabe recordar que las demás marcas debían llevar la brida de 26 mm. mientras que la altura de la torreta sería libre. En tanto que se estableció para todos los automóviles, un peso mínimo de 1300 kilogramos.

Se pensó en implementar un pequeño alerón sobre el techo de los autos, que canalizara el flujo de aire (por entonces se pensaba que serviría para reducir la velocidad) y a tal efecto se invitó a departir al ingeniero Pedro Campo, que contaba con experiencia aeronáutica. Luego del informe presentado por este, se desechó la alternativa por el alto costo que acarrearía su implementación (afectando a las suspensiones por la carga sobre los ejes).

Con el advenimiento de la democracia, entraba en funciones un nuevo Director de Transportes de la Provincia de Buenos Aires, y a la vez, responsable del Comité Ejecutivo de Carreras Automovilísticas (CECA), el ingeniero Carlos Horacio Hidalgo. Fue presentado a la CD de la ACTC, en la reunión celebrada el martes 14 de febrero.