Mouras Campeón

La historia olvidada de Roberto José Mouras con Dodge

Carrera Nº 8: 9 de Julio

Tres semanas más tarde, la cita será en el autódromo de la ciudad de 9 de Julio. Carrera organizada de manera conjunta por el 9 de Julio Automóvil Club, y el Auto Club Chivilcoy, con dos series a ocho vueltas, y final a 20, al trazado de 4.619,75 metros, haciendo un total de 92,396 kilómetros de carrera, la más corta del año, tanto en extensión, como en tiempo. Recordemos que por entonces, el sentido de giro del circuito era antihorario, es decir inverso al que conocemos actualmente, siendo la horquilla la primera curva.

En esta competencia, podríamos decir que Satriano, Mouras, y Martínez Boero hacen de “locales” por estar sus ciudades natales equidistantes y no muy lejanas del autódromo, del mismo modo que Tandil y Balcarce lo hacían para Castellano, o los pilotos de Necochea.
El de Carlos Casares, al igual que en Buenos Aires, planifica la carrera desde la semana anterior, instalándose en el circuito a probar su automóvil, para no tener sorpresas en la carrera. En aquellas épocas estas pruebas eran permitidas, debido a la escasez de visitas a autódromos por parte de la categoría. De hecho, era la segunda vez que se corría en dicho escenario. El Campeón tiene los medios y un equipo sólido que lo sustenta, y lo aprovecha. Trabajan toda la semana anterior a la carrera en el circuito. Seamos justos. En una época donde todavía había mucho de amateurismo, Mouras supo ser el primer profesional del TC, y por ello también llegó a la gloria.

Otro fin de semana dudoso resultó el de esta carrera, pues el viernes llovió, situación repetida durante todo un mes en la zona, y por la noche, el titular del Auto Club Chivilcoy salió por todas las radios porteñas a solicitar la suspensión de la prueba, al tiempo que todavía había equipos dirigiéndose a 9 de Julio. Pero la última palabra la tendría el Comisario Deportivo, cuando arribara al otro día. El sábado amaneció con buen tiempo para luego nublarse, por lo que los organizadores, especialmente la gente de Chivilcoy, insistieron en suspender la fecha para la semana siguiente. Es que de los 5 millones de pesos argentinos erogados para la organización de la prueba, sólo uno se había recaudado por publicidad, y resultaba imperante contar con un buen marco de público para no perder dinero con el evento. En aquellas épocas, no existía la televisión como aportante, ni se la sabía buscar, justo es decirlo.

El sábado se inspeccionó el circuito (¿qué habrán mirado, a la vista de lo que luego sucedería?) y sin decirlo en voz alta, se decidió suspender la prueba. A eso se dirigían las autoridades, al tiempo que, dado que ya se habían comenzado las tareas de verificación de las máquinas que ese mismo día debían clasificar, unas 20 de ellas ya habían cumplido con dicho requisito. Allí fueron varios pilotos los que “se plantaron” frente a las autoridades para que se llevara adelante la prueba de acuerdo a lo convenido. Los principales actores fueron Oscar Aventín, Angel Banfi, Pedro Doumic y Osvaldo Sasso. Paradojas del destino, dos de ellos se llevarían sus autos en bolsas...

Las posturas eran tres en realidad. Por un lado los pilotos, que en su mayoría querían correr. Por otro, la gente de Chivilcoy, apoyada por sus coterráneos Emilio Satriano y Julio Ca, y por último, Angel Nomdedeu de la ACTC y Julio Piccardi Comisario Deportivo, que no tenían para nada claro qué hacer. En realidad al piloto del Chevrolet le interesaba la suspensión porque en las pruebas realizadas durante la semana previa en Chivilcoy había roto su mejor motor y debería correr con uno más flaco.

Para colmo, seguían llegando pilotos, y algunos de ellos, al ver la situación, se volvían... Hasta que pasado el mediodía privó la posición de los pilotos, lo cual obligó a que gente de la ACTC debiera desandar la Ruta 5 para ir a buscar a aquellos que se habían retirado del circuito. Mientras tanto, digamos además, que había público también en el circuito, y que algunos de ellos también se volvieron y debieron retornar al circuito. Insólito realmente.

Luego de todo este lío, hubo entrenamientos y clasificación, como resultó posible. En la primera por ejemplo, no tomó parte Oscar Castellano, afectado por un fuerte estado gripal. Y en la tanda clasificatoria, Mouras, que supo aprovechar las pruebas previas y los entrenamientos, fue inalcanzable, estableciendo un tiempo de 1’40”56/100 a 165,388 km/h y sacándole un segundo y medio a Castellano, que redondeaba el minuto y 42 segundos. Luego se ordenaban Aventín, Satriano, Martínez, Sasso, Morresi, Martínez Boero (todos en el segundo respecto a Castellano), De Benedictis y Marcos, en los 10 primeros lugares. En esta clasificación, tomada de TC La Revista, no figura Angel Banfi, pues este medio informaba que había sido descalificado de la prueba (situación que no fue confirmada luego por los otros medios, como veremos). Tres pilotos que no pudieron hacerlo a raíz de los inconvenientes del sábado, fueron autorizados a girar el domingo a primera hora. En definitiva, quedaron habilitados 35 autos para tomar parte de la prueba. Llamativamente, no tomará parte de la carrera, Octavio Justo Suárez, el presidente de la categoría.

El día de la carrera resultó soleado y el público colmó las instalaciones del autódromo, como era de esperarse en función de los muchos pilotos de la zona que se hacían presentes, para alegría también de los organizadores que recuperaban la inversión. Lamentablemente, las condiciones de la cinta asfáltica no eran para nada buenas, y las de seguridad, como veremos, tampoco. Aunque la prueba, pasará a ser un clásico del TC desde entonces.

La clasificación del sábado ha ordenado los parciales de forma tal que, además de la diferencia mostrada con respecto al resto, Mouras no tiene rivales de peso en su serie, que se corre temprano a la mañana, y en la que toma la punta desde la largada misma, con cierta holgura. Tras una buena partida, Morresi salta al segundo puesto, y Aventín, queda tercero. El campeón muestra algo de lo que tiene en la segunda vuelta haciendo el récord y luego corre tranquilo. No hay lucha por ninguno de los primeros puestos a lo largo de las ocho vueltas con excepción de la cuarta posición, resultando el parcial un paseo veloz para el campeón, que quiere sumar fuerte, a sabiendas que le toca luego una fecha de suspensión. Gana Mouras empleando 13’47”57/100 a 160,773 km/h de promedio, sin despeinarse, con 13 segundos de ventaja sobre Morresi, que obtiene el mejor resultado parcial de un Chevrolet de Wilke y Pederzoli en mucho tiempo, y más de 21 sobre Aventín que sigue corriendo con el auto de Francisco Politano mientras rearma uno propio. Sí hubo lucha hasta el final por los dos pilotos del partido de Necochea, donde prevaleció Eduardo Marcos sobre Juan De Benedictis. Sexto llegó Oscar Alaux.

En la segunda serie se presume que pueda haber más lucha, pues están los autos de Castellano, Martínez Boero, y Satriano, es decir, los habituales animadores. En la largada, la sorpresa la da Osvaldo Saverio Sasso al tomar la punta desde la tercera posición de partida. También parte bien Martínez Boero y se ubica segundo. Luego aparecen Castellano y Satriano, sorprendidos seguramente por el pique de los Ford. Castellano pronto pone las cosas en su lugar y tras estudiar durante dos vueltas el comportamiento de Martínez Boero, pasa a la punta en la tercera vuelta. El del óvalo trató de seguirlo sin demasiada suerte, mientras Sasso comienza a perder terreno respecto de estos dos a medida que avanzan las vueltas. Castellano define la serie al meter el récord en la anteúltima vuelta para ganar en 13’52” clavados, por poco más de un segundo sobre Martínez Boero, y 10 sobre Sasso. Cuarto llega Satriano a más de 12” algo desdibujado, y ya muy lejos, quinto Banfi, y sexto Ducret. Su serie resulta cuatro segundos y medio más lenta que la anterior.

Llega el momento de la final y se produce un nuevo round entre Mouras y Castellano. Es que en las series, las autoridades habían puesto al primero sobre la derecha, pues la primera curva, en realidad un curvón que es casi parte de la misma recta, se transita hacia ese lado, aunque luego viene la horquilla, donde se gira a la izquierda. Castellano quiere ese sector aduciendo que desde allí largaron siempre quienes tenían el segundo puesto, y allí se ubica. Con astucia, el campeón ubica su auto del lado izquierdo de la cinta asfáltica, por delante del anaranjado número 5. Ambos saben que la que vale es la horquilla. Mouras, porque luego de las pruebas de la semana anterior le ha tomado respeto a ese sector de difícil tránsito en el circuito. Hasta que alguien recordó con lógica, que es quien larga primero quien tiene derecho a elegir el lugar de partida. Y se lo invitó a Castellano a modificar su lugar de salida. ¿Habrán invertido a todos los autos de la grilla hacia atrás?

De acuerdo a los tiempos obtenidos en cada una de las series, así quedaron ordenadas las filas para la final: En la primera, como ya se dijo, Mouras y Castellano con sendos Dodge. En la segunda, Martínez Boero y Morresi, un Ford y un Chevrolet. En la tercera Sasso y Satriano, los mismos autos que la fila anterior. Luego Aventín y Marcos, Dodge y Ford; De Benedictis y Alaux, Dodge y Chevrolet; Banfi y Ducret, Chevrolet y Ford, y Brescia y Doumic, con dos Dodge en la séptima fila. Tomaron parte de la final 30 autos.

Se realizan dos vueltas previas de calentamiento, que son precedidas por un auto particular de ¿seguridad? Manejado por el señor Hidalgo, director de CECA a velocidades cercanas a los 140 km/h, sin contar con los elementos de seguridad adecuados, y llevando a un menor en el asiento del acompañante. A la suerte se la estaba tentando para que se fijara en 9 de Julio sin dudas...

Se detienen los autos frente a los boxes para la largada, y tanto lío por un cajón de salida... Mouras se toma con mucha tranquilidad la largada, al punto de ser superado cómodamente por Castellano, y Martínez Boero.

Al llegar los autos a la primera curva, manda Castellano, sobre Martínez Boero, Mouras, Morresi, Satriano y un malón que se desbanda. El de Chivilcoy se decidió a poner en carrera de autódromo, la trompa similar a la de los Taunus de TC2000.

Dos imágenes casi idénticas pero con diferencia de fracciones de segundos, para ver el momento en el que la troupe del TC llega a la primera curva en la final de 9 de Julio. La primera foto es de TC La Revista y en el epígrafe preguntan dónde está Mouras. En la segunda de las fotos es posible ubicarlo: Castellano dobla en punta, Martínez Boero va detrás suyo por la cuerda, y por el mismo sector, escondido detrás suyo, y ya superando a Morresi, se puede ver aparecer la silueta del Dodge de Mouras en el tercer puesto.

Le dura poco la segunda posición al bolivarense, pues antes de cumplirse el primer circuito ya había sido superado por un Mouras que se había tomado con mucha tranquilidad los primeros giros de carrera, para no tener que verse envuelto en ningún entrevero. Reciben diez segundos de recargo por adelantarse en la largada, los Dodge de Eduardo Martínez y Gustavo Brescia, y el Chevrolet de Angel Banfi.

En la segunda vuelta el campeón se pone a la cola del auto de Castellano, toma bien el último curvón y lo supera con facilidad al transitar la recta principal. Los dos autos que se habían mostrado tan parejos en las dos últimas carreras en rutas abiertas mostraban una diferencia importante de rendimiento, a favor del Dodge azul número del piloto de Carlos Casares, sin dudas fruto del trabajo de los días previos.

El momento preciso en el que, luego de transitar la recta y salir de la succión, Mouras captura la punta de la carrera sobre el final de la recta principal, desplazando a Castellano.

Afirmado Mouras en la punta, comenzó a tomar distancia en busca de una diferencia que le permitiera desarrollar tranquilo su ritmo de carrera. No le fue difícil hacer dicha diferencia, pues vuelta tras vuelta giraba entre medio y un segundo más rápido que su inmediato perseguidor, quien a su vez, le hacía una diferencia aún mayor a quienes lo seguían.

A partir de la segunda vuelta las primeras posiciones se estabilizan con Mouras adelante, seguido de Castellano, Martínez Boero, Morresi y Satriano. Este ordenamiento dura hasta la vuelta 8, cuando Morresi ingresa a boxes con problemas de temperatura, perdiendo una vuelta y toda chance en la carrera. Una picardía, pues el equipo le puso un cartón en la trompa para evitar que el motor tomara mucho frío, y la consecuencias fueron las inversas. Metros después, estalla un pistón del Chevrolet de Satriano, debiendo este abandonar la prueba. Y dos vueltas más tarde, y con las posiciones estabilizadas, se rompe un palier del Ford de Martínez Boero quedando también de a pie el piloto del Ford. Cumplida la mitad de la carrera están firmes los dos Dodge en punta, y luego vienen Banfi, Aventín, Martínez, De Benedictis, Marcos y Sasso en una pelea más que interesante.

Aventín y Banfi pelean el último puesto del podio, cuando a dos vueltas del final ocurre lo imprevisto: En el curvón peraltado (segunda curva en el sentido de la carrera) el auto de Aventín se corre de la pista al reventarse un neumático, golpea la protección metálica (el guard rail) que no le opuso resistencia debido a que los troncos que lo sostenían, estaban podridos y clavados sólo 10 centímetros en el piso. El auto arrancó 50 metros del guard rail debido a esta deficiencia, y salió fuera de la pista volcando varias veces. En la trayectoria del mismo, se encontraba trabajando el señor Ismael Castro del diario La Voz del Pueblo, de la ciudad de Tres Arroyos, quien falleció en el acto al recibir el impacto del auto. No hubo en cambio, consecuencias para los pilotos que quedaban bastante afectados por lo sucedido.

La carrera no se detiene porque en el momento del accidente, el puntero estaba cercano ya a entrar en la última vuelta, y no se llega a tiempo a informar el suceso en la dirección de la prueba. Mientras tanto, las ambulancias que están apostadas en varios sectores del circuito se van acercando al lugar del accidente para las tareas de auxilio. Queda cuarto De Benedictis, quinto Marcos y sexto Sasso quien pelea rueda a rueda el puesto con el anterior hasta el final.

Mouras gana la carrera con la holgura que representan los 13 segundos de ventaja que le sacó a Castellano. Banfi, a pesar del recargo conserva el tercer puesto, lejos de la punta, por algo más de un segundo sobre De Benedictis, que en muy buena carrera resulta cuarto. El quinto puesto se define en la última curva de la carrera a favor de Eduardo Marcos, cuando el Ford de Osvaldo Sasso se despista, vuelca también y se destruye, con algunas consecuencias físicas para piloto y acompañante. Al no cerrar el total de vueltas, Sasso cae al 11º lugar. Sexto llega entonces René Ducret, y luego lo hacen De Arzave, Doumic, Martínez y Oyhanart completando los diez primeros puestos.

Con este triunfo Mouras llega a los 149,50 puntos al cumplirse la mitad del campeonato, y le saca 23 de ventaja (una carrera completa) a Castellano, aunque ya es un hecho que en la reunión del martes posterior a la carrera se le aplicará la fecha de suspensión. 50 son los puntos que le ha hecho de luz a Martínez Boero, mientras Aventín a pesar del golpe conserva el cuarto puesto, con tres puntos de luz sobre Banfi y seis sobre Oyhanart.

Dos imágenes del podio, en blanco y negro y en colores (esta de El Gráfico). La alegría de Roberto sólo puede explicarse en su desconocimiento de las consecuencias del accidente de Aventín.