Mouras Campeón

La historia olvidada de Roberto José Mouras con Dodge

Carrera Nº 10: Vuelta de Lobería en Tandil

La carrera a disputarse en Tandil era organizada por el Club Independiente de Lobería, y llevaba la denominación de Primera Vuelta de Lobería. Como de costumbre, se desarrollaba a 8 vueltas al circuito de 32.250 metros mientras que las series constarían de tres circuitos. Oscar Castellano jugaría de local, y se había enfocado en el trabajo sobre los frenos. Emilio Satriano, había estado probando nuevos elementos de suspensión. Traverso, nuevos elásticos y amortiguadores, sabedor de que el circuito no era favorable al Ford, mientras que Martínez Boero contaría con nuevos fierros en su motor. La pregunta del ambiente teceísta seguía siendo la misma. ¿Llegaría Roberto Mouras a Tandil en condiciones de tomar parte de la carrera?

Al llegar el sábado previo a la carrera, sin dudas la primera gran noticia era la presencia de Roberto Mouras en el circuito, dispuesto a tomar parte de la prueba y defender la punta del torneo. La otra noticia era la importante movilización de hinchas que, desde la vecina Lobería, concurrían a observar el desempeño del Pincho Castellano, quien no sólo no habría de defraudarlos, sino que con un manejo pulido en el siempre difícil circuito serrano, comenzaría a cimentar su carrera de ídolo de la categoría.

En la primera serie, Castellano, Martínez Boero y Satriano fueron los protagonistas excluyentes llegando en ese orden al final. El de Lobería ganó con cierta comodidad el parcial, mientras que el del Chevrolet quemaba la junta de la tapa de cilindros al finalizar el mismo. Luego arribaban Pellegrini, el local "Tingo" Fernández y el regular Alberto Arana.

En la segunda, Roberto Mouras, con el brazo izquierdo dolorido, su mano casi inmóvil, y la pierna derecha también resentida, contó con un auto contundente que le permitía lograr el triunfo con 3 segundos de ventaja sobre Eduardo Martínez y Ángel Banfi. Luego llegaban Occhionero, Herraiz y Calamante. Al finalizar la misma, Roberto no era el mismo tipo inmutable de sus triunfos anteriores. Emocionaba escucharlo todavía con algún temblor en sus manos, agradecer a todos quienes colaboraron para hacer posible su pronto regreso, con la voz quebrada y los ojos húmedos.

Y nacía una frase que haría historia y será recordada toda vez que se deseara resaltar la calidad conductiva de Roberto Mouras. En esta competencia, ocupaba la butaca derecha de su auto, el piloto platense Hugo Mazzacane, por no encontrarse completamente repuesto su copiloto habitual, José Luis Riga, mecánico del equipo de Wilke y Pederzoli. Al verlo transitar el sinuoso tandilense, Mazzacane dirá "Mouras maneja mejor con una mano, que yo con las dos"…

Para la final el gran candidato era Oscar Castellano, quien dada su experiencia de varios años como mecánico y carburista, parecía haber encontrado el rendimiento ideal de su Dodge de acuerdo a los lineamientos del nuevo reglamento. Además, era el único que había logrado girar por debajo de los 10 minutos para la vuelta, bajando en más de 7segundos el récord del año anterior (y bridado).

Quedaba por ver hasta dónde podría llegar Mouras en condiciones físicas no al 100%, cuánto más podría mostrar Martínez Boero, si Satriano llegaría con el auto en condiciones para la final y si Pellegrini seguía teniendo el auto veloz de las carreras anteriores. La incógnita era Juan María Traverso, que en la segunda serie llegó último entre quienes la completaron, a casi 9 minutos de Mouras, debido a que se tapara el filtro de nafta.

La primera fila la integraron Castellano y Martínez Boero, la segunda Mouras y Satriano, la tercera Martínez y Banfi y la cuarta Pellegrini y Occhionero. Traverso, debería hacerlo desde el fondo, y pasar muchos autos en el camino para tener chances.

Desde la largada mostró sus intenciones de triunfo Juan Alberto Occhionero que pasó primero en el primer top del avión, pero pronto comenzó a perder terreno al tener problemas de tenida en la zona trabada. Y desde entonces, Castellano adelante y Martínez Boero a sus espaldas, se irguieron en protagonistas de la carrera.

Juntos se escaparon del resto de los competidores, hasta que en la tercera vuelta, el Gaucho tuvo problemas en los frenos y debió cejar en el esfuerzo de de perseguir a Castellano. Hasta ese momento, el Pincho se iba en las dos rectas largas de siete y ocho kilómetros, mientras que en el sinuoso del resto del circuito, el campeón se recuperaba, y hasta logró superarlo en algunos pasajes, como cuando casi se va de pista el de Lobería en el mismo lugar del accidente de Mouras en 1982. Pero sobrevino el problema de frenos en el auto del campeón, al tiempo que el Dodge naranja lograba asentar las gomas nuevas con las que había largado, y ya se hizo inalcanzable.

Con el auto nuevo, que tiene pintada ya la publicidad del parabrisas, Roberto circula por detrás de Oscar Aventín que volvía a utilizar su Dodge del año anterior.

Mouras era tercero por entonces, hasta que, en la tercera vuelta, un nuevo problema en un pistón al igual que en La Banda, lo dejó de a pie. Válido el resultado si se considera que su rendimiento físico era muy limitado, debido al intenso dolor que le producía el continuo ida y vuelta del volante en el sinuoso tandilense sobre el brazo lastimado. Además, el auto no contó en esa prueba con los tensores posteriores de la suspensión y recién sería puesto a punto por completo para la fecha siguiente en Olavarría. Por último, tema que se trata más adelante, los medios (excepción de El Gráfico como se muestra) no hicieron mención al trabajo de recuperación del piloto de Carlos Casares.

En la vuelta cuatro se quedó Pellegrini, en la quinta abandonó Occhionero y en la sexta el que se quedó fue Traverso al romperse la correa dentada de comando de la bomba de aceite. Con los primeros puestos definidos e inamovibles, la lucha interesante de la carrera se planteaba en la pelea por el tercer puesto, entre Satriano (con un auto que se arrastraba en las rectas al decir del piloto y que era séptimo en la segunda vuelta) y Oscar Aventín.

Adelante no habría más cambios y al final de los ocho circuitos Castellano, a quien el cambio reglamentario pareció no afectarlo, lograba con contundencia su segundo triunfo del año con 16 segundos de luz sobre Martínez Boero, quien pese a no ganar, no sólo era el mejor Ford, sino que además se ponía a tiro de la punta del campeonato capitalizando los abandonos de sus predecesores en el mismo. Satriano le ganaba el tercer puesto a Aventín por menos de tres segundos, pero llegaban a casi dos minutos del ganador. Luego lo hacían Hermanos Suárez, Calamante y Gustavo Degliantoni que sorprendía en su primera carrera de ruta, ganándole el lugar siete por menos de un segundo a Fernando Herraiz. En esta fecha volvía al TC luego de doce años tras su accidente probando el Berta LR, Oscar "Cacho" Franco y llegaba undécimo con el Torino que anteriormente usaba Ricardo De Arzave.

En lo relativo al campeonato, luego de las seis primeras fechas del torneo, en que se repartieron los triunfos en partes iguales, Mouras y Traverso sólo lograron sumar en una de las cuatro carreras que transcurren desde 9 de Julio (Mouras segundo) hasta Tandil (Traverso ganó en Bahía Blanca). Ambos sumaron tres abandonos cada uno, al tiempo que Martínez Boero sumaba dos cuartos y dos segundos puestos, Satriano ganaba una y sumaba tres terceros puestos, y Castellano ganaba dos y abandonaba las restantes. Entre Mouras primero y Martínez Boero tercero, había ahora cinco puntos… Castellano y Satriano seguían acercándose también a la punta.

Pero el torneo de 1983 siguió siendo bastante movido debajo de las pistas. Al terminar la carrera, luego del abandono de Traverso comenzaron los ruidos (que no eran nuevos) entre los equipos receptores de motores del Polaco Herceg. Digamos que el equipo West-Cincotta, tal como fue armado originalmente, cobijando a los hermanos Aventín y Traverso, ya no existía como tal. La falta de resultados de los de Morón forzaron un cambio de aire. La dirección del equipo prefirió priorizar al piloto que había mostrado las mejores condiciones y obtenido los únicos resultados relevantes, Traverso, aunque siguió corriendo con un auto que le pertenecía a Oscar Aventín. Antonio correría espaciadamente hasta fin del año y Oscar había vuelto en Tandil a conducir su Dodge del año anterior, en tanto que el piloto de Ramallo había sumado al equipo a su coterráneo Gustavo Degliantoni, con un auto similar, motorizado con elementos sobrantes en el taller de José Miguel Herceg. El gran beneficiado de este cambio pasó a ser sin dudas el campeón de la categoría, Jorge Martínez Boero, quien si bien corría con motores alistados por Mario Di Pietro y la gente del Quilmes Automóvil Club, para el armado de los mismos recibían gran cantidad de fierros del "Polaco".

Finalmente, previo a la carrera de Olavarría, estalló la última de las tres grandes bombas del año, el divorcio luego de casi 10 años de compartir equipos, entre Juan María Traverso, y José Miguel Herceg.

Los tres casos vendrían a perdurar en el tiempo. Recordamos que la primera fue el escándalo Aventín – Nafta Adulterada, que deriva en la pelea que mantendrán éste y Traverso contra Octavio Justo Suárez, presidente de la categoría, mientras que la segunda es el duelo en pista entre Castellano y Mouras, que tendrá diversos episodios, algunos menores y otros de relieve similar al primero de Bahía Blanca en lo que resta del torneo. Y este último tal vez se derive de la pelea en pista entre Oscar Aventín y Martínez Boero en la primera fecha en Mendoza, y la posterior negativa del último a que el primero tomara parte de la fecha en Necochea.

Revisando la información de aquella época se observa una de esas peleas donde ambos creen tener razón a partir de tener miradas diferentes de lo sucedido. Originalmente se había definido que el equipo de Pacheco regenteado por Herceg, se hiciera cargo no sólo de la atención de los motores de los tres autos, sino también de los chasis. A poco de avanzar el año, se fue notando que ello no resultaría posible. Los triunfos de Traverso, tal vez hayan contribuido a esconder el faltante, que sí se hizo más evidente para el resto de los autos del equipo. El primer cortocircuito ocurrió cuando ninguno de los tres autos concurrió a Santiago del Estero. En esa oportunidad, si sólo hubiera concurrido Traverso tal vez se hubiera blanqueado el estado de cosas.

Ganar en Bahía Blanca trajo un poco de alivio en el equipo, pero ya en la siguiente, en Tandil, Herceg le hizo notar al equipo que no cotaba con los medios económicos ni humanos para atender tanto motores como chasis. Entonces fue que Traverso solicitó al preparador contar con exclusividad en la atención de motores para su auto, lo cual no sólo apuntaba a su posicionamiento en la pelea por el título, sino también a quitarle protagonismo a Martínez Boero que venía acercándose peligrosamente a él y Mouras. Hasta aquí, la reconstrucción de las versiones.

Luego Traverso dirá que Herceg le dijo que no quería seguir atendiendo sus motores ni los de Degliantoni, y Herceg que lo llamó varias veces al piloto para ofrecerle "algún tipo de ayuda" sin encontrarlo.

Las declaraciones durante el día de la carrera de Olavarría siguieron subiendo de tono hasta llegar a un punto sin retorno. Traverso lo acusará a Herceg de quedarse con una parte importante de la pauta publicitaria de su auto, y de no cumplir la promesa de atención exclusiva. Quedará para la historia una frase del piloto que resume lo ocurrido "Yo pensé que él iba a tirar la primera piña". En definitiva, debió dejar el auto de Aventín pues Herceg no le permitió quitarlo de su taller, para subirse a un Ford de la estructura de Roberto Del Campo con la preparación de Souza Martínez.