Mouras Campeón

La historia olvidada de Roberto José Mouras con Dodge

Carrera 5: Olavarría (suspendida) - Autódromo de Buenos Aires

En esta página resumimos dos competencias. La carrera trunca de Olavarría, y luego, la del autódromo porteño, de modo de dejar la carrera completa disputada en Olavarría, como sexta competencia, que así fue en realidad el orden de la prueba final de la 30ª Vuelta de Olavarría.

El 27 de Mayo se programa la 30ª Vuelta de Olavarría, con la habitual organización del Auto Moto Club de Olavarría, con dos series a cuatro vueltas y final a 12 al circuito de 17603 metros, redondeando un recorrido total de carrera de 211,236 kilómetros.

Esta página se centra en lo sucedido a Roberto Mouras en cada carrera, pero no deja por eso de mencionar que fue ocurriendo a su alrededor durante las competencias, pues no lo hacía en solitario el piloto de Carlos Casares… Y debemos ser justos, en esta carrera, que resulta ser la única donde su auto se para en todo el campeonato por problemas mecánicos hasta la última fecha, Mouras tuvo “la suerte del campeón”. Es que, amén del trabajo superlativo que harán Roberto y su equipo a lo largo del año a partir de esta fecha, y con más énfasis luego de la carrera de Balcarce, la suspensión de esta fecha, vendrá a resultar providencial al sumar los “porotos” en diciembre.

Vayamos de todas formas a repasar lo ocurrido en aquella jornada, que amaneció con el cielo nublado y plomizo. Y la tercera fue la vencida, luego que en Tandil y Punta Alta la lluvia no se hiciera presente, aquí solo permitiría realizar las series clasificatorias. El público acompañó a la categoría, pues había algunas varias personas más que las 22.000 que pagaron su entrada, soportando que al aclarar el domingo de la carrera, un chaparrón de unos pocos minutos, pusiera en duda la realización de la misma.

Salen todos los autos habilitados a dar la vuelta previa como habitualmente sucede, quedando en pista los integrantes de la primera serie, y descansando en boxes un rato más, los de la segunda.

Toman parte de ese primer parcial, en cuanto se logra secar la pista, Mouras y Satriano en primera fila, Aventín y Suárez en la segunda, Oyhanart y De Benedictis en la tercera, y detrás Marcos y Alaux, siendo el total de participantes, 28.

Satriano le ganó el pique a Mouras, decidido a cortar la mala racha. El del Dodge, como solía hacer en los primeros tramos de cada carrera, sale a un ritmo algo más tranquilo, dispuesto a esperar que el motor de su auto tome temperatura. Así pasan al cerrarse la primera vuelta, también en los relojes, seguidos de Aventín, Marcos y Oyhanart.

En la segunda vuelta, Satriano quiere ir más rápido que su auto, y se despista, heredando Mouras el primer puesto, avanzando también Aventín. De Benedictis viene como los bomberos, y superó a Oyhanart en el camino y por tiempo y también a Marcos. Pero en la tercera vuelta es Mouras quien pierde toda chance, al romperse el motor y tener que dejar su auto a un costado del camino. Hereda la punta Aventín, seguido ya por el de Necochea, Marcos y Di Nezio quien también supera al de Pilar y es cuarto. Desde atrás, viene apilando muñecos Satriano…

La acelerada del Chevrolet de Chivilcoy es tal, que en la última vuelta salta al segundo lugar marcando el récord, y llega incluso a apretar al de Morón, aunque sin poder quitarle la punta, pues llega a un segundo y medio del ganador, quien repite la victoria en un parcial, al igual que en la carrera anterior, mostrando que lo suyo iba por el buen camino… hasta entonces…

Tercero, reverdeciendo laureles, tal el color de su auto, llega De Benedictis, cuarto Marcos, quinto Mario Di Nezio y sexto el debutante de manera promisoria, Osvaldo Morresi, que compite con la cupé tricolor de Supertap, alistada en Chivilcoy por la familia Nicieza. Primera carrera, y primer medio punto para el sampedrino.

El cielo seguía amenazante y se alistaron las máquinas de la segunda serie, con los habituales Martínez Boero y Castellano en primera fila, seguidos de Banfi y Martínez, Herraiz y Nani, y el resto de los 28 habilitados.

En esta serie, los que alternaron la punta del principio al fin fueron el Gaucho de Bolívar, y el Flaco Banfi, de Urquiza. Ocurrió que al promediar la misma, la lluvia se hizo presente en algunos sectores del circuito, lo cual hizo que la serie fuera algo más lenta que la primera, y fue también esta circunstancia la cual, encontrando algo mejor al Ford en el tránsito de la parte húmeda, le permitiera obtener el parcial por tan sólo 4 centésimas (sí, esa minucia) sobre el Chevrolet, reconquistando así el subcampeón el segundo lugar en el torneo.

Tercero fue Castellano, cuidando para poner todo en la final que no vendría, cuarto Herraiz de muy buen trabajo, y el quinto puesto también fue ahí nomás, pues De Arzave se lo ganó por 6 centésimas al Yeti Di Nezio.

Y luego de esta serie, la llovizna fue lluvia nomás, y si bien se esperó algún rato, las banquinas, que en el TC son parte de la pista, se inundaron, y con buen tino, y suerte para Mouras, se decidió suspender la prueba, otorgando los puntos de la serie y dando la posibilidad de recomenzar el organigrama en una nueva oportunidad.

Quedaron como fechas tentativas para la reedición de la carrera, los domingos 24 de junio, en caso de que la gente de San Lorenzo trasladara su fecha original del 1º de julio al domingo siguiente, o bien el día 15 de ese mes, si esta carrera se corriera en su fecha original.

Luego de esta carrera Castellano tiene 74,50 puntos, Martínez Boero 65 y Mouras se quedó en 62,50.

La recuperación del equipo Campeón

Dos semanas después de Olavarría, la ACTC organizó la que originalmente era la sexta fecha del torneo, en el Autódromo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, con la denominación de “Premio Malvinas Argentinas”. A tal fin, se utilizaría el circuito Nº12 del escenario porteño, de 5.641,62 metros, que quedó abierto a las pruebas de los pilotos durante los días previos.

La programación del fin de semana de la competencia fue la siguiente: Entrenamientos el viernes, una prueba de clasificación a desarrollarse el día sábado, mientras que el domingo 10 de junio se desarrollarían dos series a 8 vueltas y una final a 24, para totalizar algo menos de 135,4 kilómetros de carrera.

Desaparecido de la categoría y a esta altura ya olvidado, el equipo West Cincotta, en el que sobresalía Traverso, el candidato para las carreras de autódromo, igual que unos años atrás, volvía a ser sin lugar a dudas, Roberto José Mouras. El de Carlos Casares, de muy buenas actuaciones el año anterior en todas las pruebas de circuitos permanentes, debería revalidar sus laureles, luego de un comienzo de año bastante irregular.

Por ello, los miembros de su equipo trabajaron a destajo luego de la carrera de Olavarría. Hicieron un motor nuevo, a partir de los elementos recuperados del que se rompiera en aquella oportunidad. Así, en un block nuevo, se utilizaron los mismos fierros de aquella vez, con excepción del árbol de levas, también nuevo.

El equipo se preparó especialmente para esta prueba. El jueves 7 llegaron bien temprano al autódromo, para realizar pruebas con vistas a la carrera. Así, dieron muchas vueltas, a efectos de poder probar diferentes valores de dureza de amortiguadores, barras y especialmente de alineación, materias donde tuvo mucho que ver el trabajo de Felipe Salgado, que sería de vital importancia durante la prueba. También se probó el comportamiento de los diferentes juegos de neumáticos, especialmente en el tren trasero, prefiriendo Roberto desde entonces, los de la medida 215/70/14 para utilizarlos en carrera.

No fueron el único equipo que trabajó. De hecho, Salgado y Berdejo, carburista del campeón, colaboraron con los Hermanos Suárez, que también contaban con motores de Wilke y Pederzoli. También estuvo buscando tiempos Oscar Aventín, que diría haber realizado un tiempo de 1’57”82/100 ese jueves, tiempo extraño teniendo en cuenta los antecedentes de su auto, y que hiciera sorprender y hasta enojar a Jorge Pederzoli…

El viernes estaba destinado a los exámenes (prueba de suficiencia) de los debutantes, y los entrenamientos de todos los pilotos habilitados. Pero ese día no hubo actividad pues llovió en la capital argentina, señalando Castellano que “bajo esas condiciones no tenía sentido salir a pista”. Quedó entonces toda la actividad programada para el sábado, más las pruebas de clasificación.

Luego de las pruebas de suficiencia, quedaron habilitados para debutar en esta fecha, Carlos Porchetto (138), Carlos Fedrigo (144) y Angel Becco (146) que no tomaría parte de la prueba, quedando a la espera de otra posibilidad Pesenti, Pourciel, León Urquiza, Roberto Goyeneche y Manuel Álvarez.

Con dos tandas de 20 minutos para cada auto, separados en grupos de pares e impares, giran los vehículos del TC, buscando sus mejores registros clasificatorios.

Mouras, Satriano, Castellano, Banfi y Suárez son los principales animadores de la primera tanda. Al contrario que en las fechas anteriores, son el campeón aprovechando las pruebas de los días anteriores, y el pergaminense que ha hecho unos cambios en la suspensión de su auto que le caen bien al mismo, quienes animan la clasificación. Castellano no logra cumplir con las expectativas formadas pues su auto tenía problemas de frenos y no pudo asentar correctamente los neumáticos, aunque peor le fue a Satriano, quien estrenó un nuevo modelo de trompa, similar a la utilizada por los Taunus de TC2000 del equipo oficial Ford, más cuadrada que la habitual. Logró cargar el tren delantero, que el auto no se fuera de cola, pero perdió en velocidad final. De todas formas, la utilizaría en Balcarce.

En la segunda tanda sale Martínez Boero, junto a Marcos y Oyhanart a defender las huestes de Ford, con los Aventín y De Benedictis del lado de Dodge. Sólo el de Bolívar logra acercarse a los registros de punta y Marcos sorprende siendo sexto. Sorprende Osvaldo Morresi, octavo.

Mouras se reencuentra con el funcionamiento deseado de su auto campeón. Consigue bajar casi 3/10 el registro de Martínez Boero de 1983 marcando 1’58”13/100. Supera al del QAC por 64/100, una diferencia más que importante. Luego aparecen Banfi, Castellano ya a más de un segundo, Suárez, Marcos, Satriano, Morresi, Aventín y Di Nezio empatando el noveno puesto y Oyhanart. Sólo estos 11 autos logran bajar los 2 minutos para la vuelta.

Luego de la clasificación resultan objetados por parte de la Comisión Técnica de la ACTC, los diferenciales flotantes de los automóviles de Banfi, Satriano, Luis Hernández y Arturo Costa, por no conservar el anclaje original de fábrica. Se les otorgan dos carreras (la misma de Buenos Aires y la posterior de Olavarría) para presentarlos luego, acorde al reglamento.

El domingo la carrera cuenta con un buen marco de público. 18.000 personas pagan su entrada, pero TC La Revista se anima a vaticinar más del doble, a partir de una ecuación que considera la capacidad de cada tribuna y la gran cantidad de colados (o de entradas no declaradas), asignando 20.000 personas a la zona que hoy ocupa la hinchada de Ford (hasta la tribuna previa a los palcos), 12.000 a las últimas tres tribunas del curvón (lo que hoy ocupan los de Chevrolet), 3000 al resto de las tribunas populares, y lo más discutible, 4000 al palco de honor y 3000 a la terraza de boxes, haciendo un total de 42.000 personas. Corsa también da crédito a un número similar. Lo cierto es que el autódromo desbordaba de gente como pocas veces, las fotos son elocuentes, y por ejemplo, cuando Mouras transitaba la última vuelta, la gente que se ubicaba en la parte interior de la horquilla, llegaba hasta la pista misma.

El domingo se hicieron presentes el intendente de la ciudad de Buenos Aires Julio César Saguier, y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Armendáriz, para los actos que oficializaron la realización de la competencia. En la foto vemos al segundo rodeado de pilotos, entre los que se encuentra Mouras.

Los autos se aprestan a salir a la pista a disputar la primera serie. Vemos al Dodge de Mouras, junto a los Chevrolet de Banfi y Satriano. En la toma dinámica se lee desde varias carreras atrás Carburación Berdejo. En el techo, sobre los costados, está el auspicio de la Distribuidora Roloeste. Lo veremos en próximas fotos, pero desde esta carrera, en la parte posterior a la puerta, cuenta con el auspicio de Hojalata Jáuregui. Dos calcos cruzan la toma de aire inferior: uno blanco y el de Bellido, que será removido previo a correr la final.

Otro documento bellìsimo. La foto me fue entregada por el señor Raúl Q, forista de Historia TC. Mouras en la cuerda, con Banfi y Suárez a sus lados. Satriano y Aventín en segunda línea, y el malón a sus espaldas. Está por iniciarse el espectáculo, con la largada de la primera serie.

Luego de tales actos, tomó lugar la primera serie, con media hora de retraso con respecto a la programación inicial. Mouras picó en punta superando a Banfi desde el inicio mismo. Satriano y los Suárez se estuvieron golpeando en la largada en la porfía por el tercer lugar, y perdieron el tren de los punteros. Con el correr de las vueltas, Mouras estiró la diferencia cada vez que se lo propuso, con un andar solvente que le permitió imponer su ritmo. Ganó en 16 minutos y 72/100. Superó a Banfi por casi 10 segundos. Sobre el final Satriano estuvo cerca del “flaco” pero terminó a poco menos de un segundo en el tercer puesto. De no haber sido por la piedra que se le metió el carburador obstruyendo el difusor, podría haber estado tal vez más adelante. Luego arribaron Suárez, Oyhanart y Oscar Aventín.

La segunda serie, estaría llamada, junto a la final, a marcar los sucesos que harían famosa a esta carrera a lo largo del tiempo. Martínez Boero picó en punta, con Castellano detrás suyo, y Morresi que desde la segunda fila pronto saltó al segundo puesto. El Gaucho no ha elegido el rodado más adecuado, y al llegar a la horquilla su auto pierde tracción, zapatea, y es golpeado por el de Morresi, desplazándose hacia la parte exterior de la curva, lo cual es aprovechado por el Pato para meter la trompa de su Chevy. Transitan la salida de la horquilla a la recta principal con el Ford con dos ruedas sobre el pasto. Cuando este intenta volver a la pista se encuentra al Chevrolet ocupando la misma, los autos se tocan y el Ford rojo vuelve hacia la izquierda impactando violentamente al paredón y volviendo a la pista tras el impacto para quedar allí detenido, destruidos el auto, y el ánimo de su equipo e hinchada.

Al mismo tiempo Morresi se escapa en la punta con Castellano a sus espaldas. En los boxes, el descontrol. La gente del QAC se quiere pelear con la de Supertap. En la pista, al tiempo que los tripulantes del Ford número 2 bajan del auto aliviando a todos, algunos banderilleros agitan banderas diversas, generando confusión. Nelo Mazzola al frente de los comisarios deportivos, tal vez apresurado por la situación observada en boxes, excluye al sampedrino de la prueba, saltando a la pista para mostrarle una bandera roja, porque en la ACTC no tenían una bandera negra... En realidad el piloto del auto 132 no tenía obligación de entrar a boxes. Luego fue informado por Mazzola que la exclusión por maniobra peligrosa, era en condición de “no culpable”. También el Gaucho la recibió, a pesar de quedar su auto detenido. Hoy evaluado a la distancia pareciera mucha sanción, pero le sirvió sin dudas para ganarse un lugar en la hinchada de Chevrolet desde sus comienzos. Orlando Ríos se atrevió a comparar su papel en su debut, con el del Lole Reutemann en la F2, en Hockenheim ’70 al trenzarse con Jochen Rindt.

Mientras, Castellano hereda la punta de la serie y se llevaría tres puntos de oro. Al terminar la serie dirá que “no sé el origen, pero el auto no se desliza correctamente. Eso se puede detectar y corregir, pero no queda tiempo”. Sin contar con un auto contundente tuvo que pelearlo bastante para contener los embates de Eduardo Antonio Marcos, que llegó a la bandera a cuadros a menos de medio segundo. Ya bastante más lejos, pero confirmando su mejoría llegó De Benedictis, y luego arribaron De Arzave, Doumic, y el platense Rubén Muñiz.

Al llegar Morresi a boxes tuvo que soportar la ira de los hinchas y mecánicos del equipo de Martínez Boero, quien en un gesto típico de su hombría cubrió al piloto rival, le dio un abrazo y minimizó lo sucedido en pista con un “son cosas de las carreras”. Pero la preocupación de su equipo prosiguió, pues al juntar el auto, observaron que estaba todo torcido, y se quedaron evaluando si utilizarían en lo sucesivo ese auto, o bien el nuevo que no lograra hacer debutar Angel Becco. El mismo lunes a las 7 de la mañana comenzarían con las tareas de reparación del tren delantero del auto campeón de 1982.

Como parte del espectáculo se desarrollo en el intermedio de las series y la final, una carrera de la categoría Sport 1050, una exhibición de autos de APAD y otra de autos clásicos.

De modo que, para la final, quedaba Mouras como gran candidato, y sólo si el de Carlos Casares no tenía un buen día, Banfi, Satriano y tal vez Castellano o Marcos podrían dar el golpe.

Como invitados, participan los periodistas radiales Eduardo Ruiz, de Carburando y Alberto Juárez de Campeones, en las butacas derechas de los autos de Castellano y Oscar Aventín respectivamente.

35 autos fueron habilitados para tomar parte de la final. Ordenados de acuerdo a los tiempos de las series, la primera fila es para Mouras, Castellano y Marcos. En la segunda parten Banfi, Satriano y Suárez. En la tercera, Oyhanart, De Benedictis y Oscar Aventín. En la cuarta, ¿Pacchialat?, De Arzave y Calamante. En la quinta Brescia, Doumic y Antonio Aventín. Luego Muñiz, Herraiz y René Ducret en la sexta. En la fila siete lo hacen Landa, el debutante Porchetto y Caparello. En la octava Marques, Gallinoti y Fedrigo, y en la novena Piñanelli, Marcelo González y Gil Bicella. Estos 27 son los que completaron 8 vueltas en sus series. También tomaron parte Di Nezio, Espinosa, Brugueras, Apella, Altuna, Franco, Segad y Degliantoni.

La largada de la final no resulta prolija. Mouras parte en punta, Banfi se mete detrás suyo superando a los otros dos autos de la primera fila, que pelean el puesto yendo a la chapa hacia la izquierda de la pista, y luego se alinean de derecha a izquierda de la pista, Satriano que ha alcanzado a Castellano y Marcos debido a la lucha entre ambos. Más atrás vienen Oyhanart por afuera, De Benedictis, Suárez, Sasso por afuera, Calamante por adentro, Tony Aventín y detrás, la debacle…

La tapa de Corsa es el primer instante de la carrera. Detrás del Ford blanco que va detrás de Castellano y delante del auto propiedad de Politano, se observa la silueta de un Dodge (que podría ser Oscar Aventín). Mouras tomó la punta, Banfi lo sigue, y Castellano trata de desplazar a Marcos (si no van “a la chapa” no hay más de dos centímetros de luz entre esos autos).

Otra imagen de la largada, sacada un segundo más tarde, y tomada de El Gráfico, a doble página. Mouras mantiene la punta seguido de Banfi, Satriano se metió en la porfía por el tercer lugar, junto a Castellano y Marcos. El resto se les acercó debido a esta pelea. Del lado del guardrail se aplastan Doumic, Aventín y Degliantoni, y hacia la confitería, salen disparados Brescia y Ducret. Luego vemos la misma foto algo ampliada donde sólo se ve la página de la derecha… Los autos se aprestan a volcar.

Se produce un encontronazo de varias máquinas que no termina de quedar completamente claro, y para el cual, la pequeña duración de las imágenes de Campeones del Camino (¿cuándo se podrán conseguir tales imágenes para revivirlas?) no permite dirimir su origen. En este video (las tres tomas de este programa son imperdibles y también Roberto está presente en el recuerdo) se puede ver en el comienzo, el desparramo de la largada. (y a los 30 segundos otra vez a Mouras con Castellano años más tarde en el Cabalén), y ya más tarde, este mismo auto en manos de Reynoso, y la trompa del mismo, sobre el de Mazzacane.

Fuera de las imágenes televisivas, que son también las que utiliza Corsa para ilustrar su nota, las mejores tomas son las que muestra El Gráfico para ilustrar la nota (de un número imperdible, por el 65º aniversario de la revista) aunque cuesta identificar desde dónde pudieron ser tomadas, que no se trate del mismo helicóptero o avión, o bien de una torre de banderilleros sobre la S del ciervo…

En ese primer encontronazo ¿tal vez originado en un toque entre Brescia y Doumic? salen disparados hacia la derecha de la pista (salida de boxes, zona de la confitería) el Dodge 27 de Brescia y el Ford 56 de Ducret (todavía pintado con los colores del equipo Cincotta del año anterior) espantando a miembros del equipo de Satriano que no se entiende qué hacían en dicho lugar y no en boxes. Por el otro lado, el Dodge 28 de Doumic aprieta contra el guard rail a Aventín, que a su vez aprieta al Ford 26 de Degliantoni. El Dodge 6 vuelca y se pone sobre sus ruedas contra el guard rail, pero el Ford hace lo mismo entre este y el paredón. También Enrique Gallinoti con el Ford 140 resulta involucrado en el accidente. No resulta posible entender de qué manera Degliantoni ha llegado hasta esa posición en la fila, si debía largar desde la última fila. O se adelantó en la largada, o lo hizo desde un lugar que no le correspondía hacerlo. A los pocos segundos los ocupantes de todos los autos saldrán ilesos por sus propios medios, llevando tranquilidad a todo el público presente en el autódromo. El profesor Juárez pasado el susto, diría que nunca más abandonaría la cabina de transmisión.

Los autos ya recorrieron toda la recta y encaran ahora la S del Ciervo. Mouras adelante, Banfi detrás suyo completamente tapado y Satriano en tercer lugar. Castellano es cuarto (cruzó su auto por delante de Marcos para encarar la contracurva). El epígrafe es claro. La mitad de la tribuna, todavía mira el desparramo de la largada.Ya en la tercera vuelta, la carrera comienza a definirse. Mouras aprovecha que Banfi no puede seguirlo y le da lucha a Satriano, y se escapa en la punta. Marca el récord girando en 1’58”45/100 a 171,463 km/h. Sabe que Castellano que va cuarto no tiene mucho más, no está Martínez Boero y tiene una oportunidad importante en función del campeonato. Quinto es Marcos, y luego marchan Oyhanart, De Benedictis y Suárez

En la quinta vuelta comienzan a caerse Marcos y Oyhanart. De Benedictis pasa al séptimo lugar. Suárez será quinto en la siguiente, cuando abandona también el de La Dulce, al tiempo que avanza Tony Aventín con el auto de Politano. Calamante y De Arzave comienzan a juntarse en pista para dar su propio espectáculo.

En la sexta vuelta Satriano supera a Banfi e intenta descontar la diferencia con el puntero. De Benedictis pasa al cuarto puesto y también intenta alcanzar al de Chivilcoy. En la vuelta 7 tras el abandono también del puntero del torneo Oscar Castellano, debido a problemas en el diferencial de su auto, el orden de carrera es Mouras, Satriano, Banfi, De Benedictis, Oyhanart y Suárez en los primeros puestos.

Desde la posición de escolta, Satriano intenta acercarse a Mouras que le lleva una recta completa cuando consigue llegar al puesto de escolta. Acelera unas vueltas, pero Mouras, avisado desde su box hace lo suyo, extendiendo en cada vuelta un poco más su ventaja, como para demostrarle al de Chivilcoy quién tiene el mejor auto de la jornada.

Banfi y Oyhanart comienzan a perder ritmo al tiempo que avanzan De Benedictis y Suárez. En la vuelta 11 De Benedictis supera a Banfi e intenta apurar a Satriano poniéndose a sus escapes. Mouras le lleva entonces 10 segundos a sus escoltas. Abandona el Flaco, avanzando también Oyhanart al quinto y los Suárez al sexto puesto. Detrás de los hermanos de Banfield viene Tony Aventín, y Osvaldo Sasso que abandonará en la vuelta 12. Más lejos De Arzave y Calamante se siguen dando como en la guerra para deleite propio y del público.

Pero repentinamente vuelven a estirarse las diferencias entre segundo y tercero. Johnny sintió un ruido raro, y prefirió aflojar un poco el ritmo. Las posiciones de los tres primeros se estabilizan.

En la vuelta 15, hace abandono el sexto de la carrera, Jorge Oyhanart, que había sido superado por Suárez, avanzando también Aventín, Calamante, De Arzave, Muñiz y el resto.

Con una invasión cada vez mayor del público, transcurren las últimas vueltas de la carrera, con Mouras volviendo a dar cátedra en el autódromo porteño, manejando a la vez con su habitual pulcritud para ganar por demolición. Su auto y su equipo han reencontrado el equilibrio, traduciendo de forma contundente en la pista, el excelente trabajo desarrollado por su equipo en las dos semanas transcurridas desde Olavarría.

Se ve gente por todos lados. Tranquilo en la punta, vemos a Mouras encarando la recta principal. Foto Corsa
En la foto en colores vemos que la forma en barranca de la horquilla, oficia de tribuna improvisada para muchísima gente que está mal ubicada. Mouras hizo todo bien, transita el sector por última vez, y se dispone a ganar la carrera.

Gana Mouras luego de 47’58”27/100 para las 24 vueltas, a 169,350 km/h. Casi 9 segundos lo separaron de Satriano que de esa manera se quitó la “mufa” y llegó a la bandera a cuadros por primera vez en el año. Tercero fue De Benedictis, subiendo al podio luego de casi dos años sin poder hacerlo, en una actuación digna de aquellas que lo hicieron ídolo. Cuartos algo más lejos son los Suárez, que con fierros similares al campeón comienzan a demostrar que están para mejores resultados. En quinto lugar arriba Antonio Aventín. Calamante logra superar a De Arzave por un segundo exacto en la lucha por el sexto puesto. Octavo es Rubén Muñiz, noveno Luis Hernández, décimo Herraiz y undécimo Orlando Marques, que es el último con el total de vueltas cumplidas. Luego llegaron Piñanelli, Landa y el debutante Carlos Porchetto, 14º en excelente actuación, con una vuelta menos.

Foto a doble página de Corsa. El campeón ganó de punta a punta, y viene festejando en la recta del fondo, al igual que su acompañante José Luis Riga. A su lado viene Satriano de inteligente carrera y detrás del Chevy está De Benedictis, el que dio el espectáculo. Y como todo el día, público por todos lados, que aplaude a sus ídolos.

Entrevistado por los medios, Roberto dirá que “para la final, lo único que hicimos fue cambiar pastillas de frenos y pegarle una revisada general al auto. Este tipo de carreras te pueden salir bien si te preparas de una manera organizada y eso es lo que hizo el equipo… El motor tenía los mismos fierros que llevamos a Olavarría, pero puestos en otro block, y con un árbol de levas diferente. Es decir que no hubo grandes novedades para destacar ni contratiempos. Incluso con las cubiertas, desde las pruebas del jueves preferí las 215/70/14 atrás y también resultó un acierto. De lo único que tuve que cuidarme hoy domingo, fue de no pasar el motor de vueltas en la recta de atrás, antes de la chicana. Ahí había viento de atrás, y con el rodado chico atrás el régimen subía rápidamente. Pero levantando cuando llegaba a 7800 vueltas mantuve siempre un margen de seguridad para llegar cómodo al final. De la carrera en sí puedo comentar muy poco, ya que para nada el auto de acuerdo a la información que me pasaban desde mi box”.

El campeón enfundado en su campera Alpine Skate en el podio, flanqueado por Satriano y De Benedictis.

Concluida la quinta fecha completa del campeonato, Mouras recupera la punta del torneo, con 85,50 puntos, y aventaja por 8 a Castellano, y 20,50 a Martínez Boero. Aventín mantiene el cuarto puesto y Satriano ya es quinto a un punto y medio. Luego vienen Martínez y Oyhanart.

Por aquellos días, la gente de Carburando inauguraba un equipo de computación de Texas Instrument similar a los utilizados por la Fórmula 1, de última generación. El equipo de Radio Rivadavia quedaba así por delante incluso de los entes fiscalizadores del automovilismo.

Rubén Gil Bicella, piloto de Munro, se daba a conocer por una veta que lo haría mantenerse siempre cerca de la dirigencia del TC. Proveía a la categoría de butacas deportivas, con los elementos de seguridad que esta pretendía. El tiempo pasa, y muchas cosas no han cambiado. Hoy día su hijo Facundo no descola como piloto, pero es también proveedor de los fuegos artificiales que se ven en cada largada de la máxima categoría nacional.

En una medida que podemos catalogar como “extraña” por llamarla de alguna manera, la categoría definía que, en el caso de los pilotos debutantes, sigan haciéndolo en carreras de autódromos, pero que cuando deban correr en circuitos semipermanentes, la primera participación debían realizarla en el de la ciudad de Tandil, por ser considerado el más seguro para el público. Era cierto lo expuesto, pero también que dicho circuito fue siempre el más exigente para los pilotos.

El martes posterior a la carrera de Buenos Aires se reunió la gente de la ACTC en la sede de la calle Bogotá, y el Tribunal de Disciplina integrado por el Comodoro Martí y Abel Salmún Feijóo, tomó declaración a los involucrados en los diferentes choques de la carrera porteña. Los pilotos coincidieron en señalar que los toques resultaron accidentales, no formulándose mutuas acusaciones. Algún piloto muy perjudicado, del que Corsa no quiso dar nombre, diría que “Aquí tenemos que tirar todos para el mismo lado, yo traté de apaciguar las cosas y no perjudicar a nadie. Simultáneamente, otro corredor decía que yo era culpable y que él era perjudicado por una conjura. Así no va, los escándalos no benefician a ninguno y si se trata de acusar, yo también puedo hacerlo”. ¿En qué quedamos entonces?

También se ponía énfasis en la seguridad de las carreras en ruta, a través de una velada amenaza de sanción a varios pilotos que demostraban un comportamiento vehemente en las competencias de rutas abiertas. Se oían en la ACTC voces como la siguiente: “No podemos justificar a los corredores que van en los últimos puestos y en condiciones desfavorables y con un camino en mal estado pretenden jugarse en una frenada que no les reporta ningún beneficio. Para correr, hay que tener la cabeza fría, y si alguno no lo entiende así, nos veremos en la obligación de darle un descanso”. Queda para la reflexión ese conocimiento de los dirigentes de que algunas carreras se llevaban a cabo en circuitos en mal estado...